La denominada Cuarta Revolución Industrial nace a partir de la incidencia de nuevas tecnologías disruptivas que ya están teniendo especial impacto sobre la economía, particularmente sobre los modelos productivos, financieros y el mercado laboral, que se prepara para una adaptación a medio y largo plazo.

Un mundo que ha virado al 3.0 como ya demuestra el uso de la Inteligencia Artificial, capaz de aprender, razonar y autocorregirse, y que cada vez es más requerida para el desarrollo de procesos que hasta ahora se reservaban para empleados de carne y hueso.

Por ello ya no extrañan algunas cuestiones acerca del tratamiento que recibirán en el ámbito fiscal y laboral los popularmente llamados «robots». ¿Tendrán derechos? ¿Tendrán obligaciones? ¿Cotizarán o pagarán impuestos?

Un debate de plena actualidad, especialmente por el reto que suscita a nivel jurídico y empresarial, pero que también proporcionará notables ventajas a la Administración Tributaria en su labor de prevención y control al contribuyente.

En este sentido el organismo público ya ha puesto en marcha unidades de investigación, que cuentan con tecnología puntera basada en Inteligencia Artificial y Big Data, para recabar el mayor número posible de datos e información sobre los obligados tributarios en una constante búsqueda de contradicciones que puedan revelar posibles fraudes.

Una novedad sobre la que ha proporcionado algunos detalles el Vocal responsable de la División de Nuevas Tecnologías de la Delegación Especial de la Agencia Tributaria en Andalucía, Ceuta y Melilla Bartolomé Borrego, durante su intervención en las Jornadas Tributarias celebradas los días 28 y 29 de Noviembre en Madrid.

Se trata de unidades de la Administración tributaria que recurrirán al Big Data, entendido como la intersección de negocio y ciencia de los datos, para obtener una ventaja competitiva, ya que, de este modo, Hacienda podrá utilizar toda la información recabada como un activo estratégico y, a través de la Inteligencia Artificial definir patrones de conducta.

Para ello se nutrirá de todo tipo de fuentes, desde declaraciones tributarias, a los datos sobre consumos de servicios tales como luz, agua, calefacción… o la que el propio usuario, de forma voluntaria, cuelga a través de sus redes sociales.

Pero tampoco hay que olvidar los teléfonos inteligentes o smartphone. ¿Podría usarse su información para obtener información sobre la ubicación diaria de los contribuyentes, útil, por ejemplo, para certificar el número de comensales que ha tenido un restaurante un día concreto? Borrego no sólo no lo descarta sino que, como ha señalado durante su intervención, «podría ser una práctica que empiece a llevarse a cabo relativamente pronto».

Modelos de control basados en análisis de riesgos

Otra de las tecnologías llamada a revolucionar los procesos de intercambio transaccionales será el blockchain, ya que permite a cualquier persona realizar una transacción de valor -dinero, bienes, activos, servicios…- sin que exista en medio una autoridad central, y todo de forma transparente.

Se prevé que el uso del blockchain se extienda en todos los campos, no sólo en el económico; y que tenga especial incidencia en el ámbito jurídico, ya que permitirá, entre otras cosas, facilitar las relaciones entre ciudadanos y Administración pública, los registros o los negocios jurídicos.

Gracias al blockchain han nacido las llamadas criptomonedas que, como el Bitcoin, suponen uno de los grandes retos de la Agencia Tributaria, especialmente en lo que respecta la transparencia de las operaciones que se llevan a cabo con dicha moneda, que sólo en 2018 fue utilizada por 15.000 contribuyentes, según datos de la propia AEAT.

Por ello, la Administración también utilizará las tecnologías basadas en Big Data e Inteligencia Artifical con el propósito de controlar, cada vez más, este tipo de operaciones, a la vez que no se descartan nuevos modelos de declaración sobre criptomonedas e, incluso, la aprobación de nuevos impuestos.

En resumen, tal y como apunta Borrego, a partir de ahora «la información será mucho más selectiva y rápida», aunque no sólo se pondrá el acento en recabar el mayor número de datos posible, sino en que éstos sean de calidad, lo que también se conoce como ‘Good Data’.

En este sentido, si tenemos en cuenta la información que diariamente se recaba a través del SII, el 80% «son datos de muchísima calidad», tal y como se señala desde la Agencia Tributaria.

Por todo ello, ante los avances de la Administración sobre el flujo de información y control de las operaciones de los contribuyentes, Borrego recomienda adoptar una actitud proactiva «para adelantarse a Hacienda, hacer nuestras propias previsiones e, incluso, utilizar también dicha tecnología en nuestro provecho».

Y es que, como se reconoce desde la propia Agencia Tributaria, el contribuyente debe cambiar su visión, «porque Hacienda dispone de muchísimos datos».